fábula oscura sobre la maternidad perdida entre los símbolos

Basta echar un breve vistazo a su variada filmografía para concluir que Juanma Bajo Ulloa es uno de los cineastas más singulares del panorama cinematográfico español; valioso en su lista de títulos tan diversos como el extraordinario y jaranera 'Airbag', o dos largometrajes de debut tan arriesgados y personales como son 'Alas de mariposa' y, sobre todo, 'La madre muerta'.

Es precisamente con estas dos últimas obras que 'Bebé', su regreso a la ficción cinco años después del estreno del inolvidable "Gypsy King", comparte la gran mayoría de su código genético; tostado respetable una fábula oscura a medio camino entre el cuento de terror gótico y el videoarte que encuentras en la ausencia total de dialogo su mayor reclamo.


Esta leit razon formal, agregada a una historia densa y larga que transforma simples mecanismos en pasajes con una fuerte carga lírica, transforma al último cineasta vasco en una producción destinada a polarizar a un público que abrazará su arriesgada propuesta, se enamorará de ella o, por el contrario, experimentará un formidable rechazo a su arritmia, su repetitivo repertorio de simbolismos y un extraño sentimiento de sí mismo. - Obsesión.

Los peligros del segundo acto

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No hay duda de que Los primeros bares de 'Baby' logran ponerse al día casi hipnóticamente en el límite con su atmósfera malsana y la visualización precisa del conflicto principal sin ningún uso de la palabra. El llanto de un bebé recién nacido se convierte en una especie de mantra no deseado que se arrastra debajo de la piel a medida que la puesta en escena precisa y la planificación precisa, calculada milimétricamente, transmite toda la información necesaria para comprender el drama y s ' interés en el protagonista infeliz.

No sólo envuelto, sino también reforzado hasta límites insospechados por la notable, aunque algo excesiva e incesante, banda sonora de Bingen Mendizábal y Koldo Uriarte, el tratamiento visual de la película completa la narración con su voluntad poética, capaz de extraer cierta belleza incluso de las imágenes más grotescas, anima la historia a pesar de la redundancia de un montaje recreado en metáforas y retratos de fauna y flora .

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Desafortunadamente, una vez que dejamos el estimable primer acto y nos sumergimos en las pantanosas aguas del segundo, 'Baby' se estanca al convertir el drama existencial de su protagonista en una especie de juego del gato y el ratón que se expande para ocupar demasiado de las ya grandes imágenes de la película. Esto, que no debería ser demasiado problema, acaba siendo así por el uso de recursos demasiado comunes y la repetición de situaciones hasta casi romper la densa atmósfera que logra emerger en momentos puntuales.

Afortunadamente, a pesar de la paulatina pérdida de tensión y del coqueteo con el aburrimiento ante la ausencia de una escalada narrativa que capte y mantenga niveles de atención, es en este bloque central donde las costuras de los mayores pueden ser el centro de atención. menos percibido. signo distintivo de la película; un silencio algo forzado en determinadas escenas en las que la omisión de la comunicación verbal es casi antinatural, pero eso no falta gracias al dominio de la cámara y el lenguaje de Ulloa.

Con 'Baby' y su siniestra fábula sobre la maternidad, la muerte y la trata de personas, nos enfrentamos a uno de esos largometrajes que deslumbran más por su condición de rareza formal y por su compromiso estético que por una capacidad real de conexión con la platea. A pesar de sus bondades artísticas, lo nuevo de Bajo Ulloa, una vez superado el impacto de su procesamiento de sonido y tras ver sus créditos finales, acaba siendo mucho más convencional de lo que cabría esperar. 'esperarlo al principio.

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